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Solía frecuentar un acogedor bar situado en Juan Carlos I de cuyo nombre no quiero acordarme, y del cual por cierto llegue a formar parte del mobiliario, pero esa es otra historia. De camino pasaba siempre por el almacén de la antigua ferretería de Cholin, cuyas deterioradas puertas y ventanas son aprovechadas para colocar infinidad de carteles publicitarios de actividades socio-culturales de la villa, como el circo. Pero las que más son las de Fiestas Patronales cuyo plato fuerte son las verbenas amenizadas por bandas como Sintonía de Vigo, Gran Parada y cómo no, los míticos Satélites.
Esta es una rara especie que solía frecuentar los entrenamientos de los viernes antes de los partidos, siempre tarde, que parecían campeones del mundo mundial e incluso ponía en peligro la salud de sus compañeros por ganarse un puesto en el equipo. Pero lo mejor es que el día del partido aparecían media hora tarde, a la hora de colocar los palos y pintar ejercían de ingenieros o simplemente se quedaban colocando los tacos de las botas, nunca traían cinta aislante y se sorprendían cuando no estaban en el XV titular, y empezaba a rosmar. Saliendo unos minutos por una lesión, acababan el partido inmaculados y apenas sudados y se iban al vestuario haciéndose el avión y sin quitar los palos. Luego, “tós maqueaos y ataviaos” con una camiseta de Rugby de algún equipo que en su vida han visto jugar un partido y ni tan siquiera les suena, y siempre acompañados de una ligera y sospechosa cojera. Esta les servirá para después en cualquier discoteca dígase Xanadoo o Chanteclair para decir “me lo hice jugando al rugby al conseguir mi sexto ensayo, después de irme del décimo oponente, el onceavo una bestia de 1.95 metros y 200 Kg. me cayó encima y me lesionó. Durante la semana se pasearán con una camiseta de prestada del club que se olvidó devolver hace tres temporadas, y aunque ya no juega, al pasar delante de unas niñas, éstas dirán “ese es de los ingleses” cuando pase totalmente hinchado. También pedirán unas botas y un pantalón desde la grada y prometerán cosas o le pondrán el perro a una chupa de Cruz Roja, contarán sus hazañas de algún partido que no disputaron. Sufriendo una clara Xabarinitis, se explica esa sospechosa lesión antes de los partidos importantes, aparecerán a todos los festejos y siempre hablando del equipo en Primera persona y esto es lo triste. Porque no dan palo al agua en recaudar fondos para el club, reclutar socios o hacer algún trabajo el día del partido o pegando póster. Y encima son lo primeros en protestar por la mala calidad de los chándales nuevos o por que no los llevan a un partido a Santander.
Reflexionemos Señores, no permitamos esto porque crean mal ambiente tanto dentro como fuera del vestuario y es muy contagioso.
P.D. trapalleiro no te columpies
Esta es una rara especie que solía frecuentar los entrenamientos de los viernes antes de los partidos, siempre tarde, que parecían campeones del mundo mundial e incluso ponía en peligro la salud de sus compañeros por ganarse un puesto en el equipo. Pero lo mejor es que el día del partido aparecían media hora tarde, a la hora de colocar los palos y pintar ejercían de ingenieros o simplemente se quedaban colocando los tacos de las botas, nunca traían cinta aislante y se sorprendían cuando no estaban en el XV titular, y empezaba a rosmar. Saliendo unos minutos por una lesión, acababan el partido inmaculados y apenas sudados y se iban al vestuario haciéndose el avión y sin quitar los palos. Luego, “tós maqueaos y ataviaos” con una camiseta de Rugby de algún equipo que en su vida han visto jugar un partido y ni tan siquiera les suena, y siempre acompañados de una ligera y sospechosa cojera. Esta les servirá para después en cualquier discoteca dígase Xanadoo o Chanteclair para decir “me lo hice jugando al rugby al conseguir mi sexto ensayo, después de irme del décimo oponente, el onceavo una bestia de 1.95 metros y 200 Kg. me cayó encima y me lesionó. Durante la semana se pasearán con una camiseta de prestada del club que se olvidó devolver hace tres temporadas, y aunque ya no juega, al pasar delante de unas niñas, éstas dirán “ese es de los ingleses” cuando pase totalmente hinchado. También pedirán unas botas y un pantalón desde la grada y prometerán cosas o le pondrán el perro a una chupa de Cruz Roja, contarán sus hazañas de algún partido que no disputaron. Sufriendo una clara Xabarinitis, se explica esa sospechosa lesión antes de los partidos importantes, aparecerán a todos los festejos y siempre hablando del equipo en Primera persona y esto es lo triste. Porque no dan palo al agua en recaudar fondos para el club, reclutar socios o hacer algún trabajo el día del partido o pegando póster. Y encima son lo primeros en protestar por la mala calidad de los chándales nuevos o por que no los llevan a un partido a Santander.
Reflexionemos Señores, no permitamos esto porque crean mal ambiente tanto dentro como fuera del vestuario y es muy contagioso.
P.D. trapalleiro no te columpies
